
Como queriendo ser una secuela pobre de Coco Legrand, buscando risas en lugares comunes y rayando en lo básico de los textos van avanzando dentro del marco inerte de la hilaridad chilena. Echando mano a recursos baratos han logrado interpretar la hosquedad, el sinsentido, la ironía e incluso la vulgaridad del chileno promedio.
De vez en cuando arrancan más de un bostezo, aquellos que aparecen para rellenar el horario estipulado, como locura antagónica frente a la preocupación constante, el letargo y cansancio de los oyentes.
Quién podría decir que rutinas casi memorizadas, como extracción obligada se clavarían en el colectivo nacional. Las risas casi pauteadas que suenan de fondo o la misma interacción del público que al parecer son partes de las amistades o familiares se muestra como conducta aprehendida y casi obligada.
Se nota aún la falta de fiato y de profesionalismo. Pero como principiantes puede que sean buenos.... al fin y al cabo sólo ellos saben cómo pueden denominarse....
De vez en cuando arrancan más de un bostezo, aquellos que aparecen para rellenar el horario estipulado, como locura antagónica frente a la preocupación constante, el letargo y cansancio de los oyentes.
Quién podría decir que rutinas casi memorizadas, como extracción obligada se clavarían en el colectivo nacional. Las risas casi pauteadas que suenan de fondo o la misma interacción del público que al parecer son partes de las amistades o familiares se muestra como conducta aprehendida y casi obligada.
Se nota aún la falta de fiato y de profesionalismo. Pero como principiantes puede que sean buenos.... al fin y al cabo sólo ellos saben cómo pueden denominarse....
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